En abril de 2014, Luis Gonzalo Segura decidió dar Un paso al frente para denunciar todo aquello que sucedía habitualmente en el mundo militar y que resultaba desconocido para una gran mayoría de la ciudadanía: acosos, abusos, privilegios anacrónicos, corrupción, predominio de ideologías extremas… Porque, contrariamente a lo que muchos todavía hoy creen, el Ejército español sólo sufrió durante los últimos cuarenta años una ligera adecuación estética que le permitiera mantener sus estridencias y extravagancias el mayor tiempo posible.
Por ello, en el Ejército español hay prácticas que, si bien no han quedado completamente erradicadas, sí son marginales, como las agresiones físicas, pero la gran mayoría de malas prácticas perduran de forma casi inalterable en la oscuridad del interior de los cuarteles, donde la ciudadanía ya no accede desde hace dos décadas.
Las denuncias públicas provocaron que Luis Gonzalo Segura pasara casi cinco meses encerrado en un centro disciplinario (139 días). Además, estuvo en huelga de hambre durante 22 días. En junio de 2015 fue expulsado de las Fuerzas Armadas, tras una brutal campaña de desprestigio y una interminable cacería jurídica (ha sido denunciado por la Guardia Civil, María Dolores de Cospedal y Margarita Robles). Algo que, visto con perspectiva, cada día resulta más aberrante: que todo esto suceda, que perdiera su libertad 139 días por orden directa de los mandos militares a los que denunció sin que un juez ordinario interviniera, sin que los medios de comunicación ofrecieran la cobertura necesaria para generar un gran debate o sin que la sociedad se movilizara para impedirlo reflejan la España de 2014. Una España no muy diferente a la de hoy, donde un cabo demócrata fue expulsado tras una infame persecución por haber firmado un manifiesto antifranquista. Expulsado ante el silencio de demasiados.
Más allá de las penurias, en estos años Luis Gonzalo Segura ha realizado un viaje vital en el que ha podido conocer otros mundos que hasta antes de comenzar este proyecto tan sólo le resultaban imaginados. Como aquellos sitios que solo conoces por una postal o una fotografía y que, cuando los visitas, o bien te impresionan o, por el contrario, te decepcionan en mayor o menor medida. Mundos en los que abundan tantas malas prácticas como las que conoció cuando era militar, como la política o el periodismo.
En definitiva, resulta por completo imposible que el mundo militar español haya podido subsistir en su profunda degeneración si la sociedad española no se encontrara también hondamente deteriorada. No me cabe duda de que el estado actual del Ejército español sólo es un indicador de la situación de España en su totalidad, algo que se ha podido comprobar no sólo por lo padecido por Luis Gonzalo Segura, sino también por el sufrimiento de otros denunciantes de corrupción de otros sectores de la sociedad.
Por todo ello: No podemos ni debemos rendirnos ante esta España Negra. Se lo debemos a nuestros hijos. Luis Gonzalo Segura no lo hará. No, al menos, mientras pueda.